
¿Te sientes a menudo abrumado emocionalmente por el estado del mundo?
Entender cómo gestionar el enfado y la tristeza que la situación del mundo te generan es importante.
La crispación política del país, las políticas exteriores de USA, los incendios en Australia, el estado de los polos y el cambio climático, el odio, las guerras en África o los conflictos bélicos en Oriente Medio seguramente son temas te envuelven en esa sensación tan abrumadora que sentimos las personas que conectamos emocionalmente de una forma más intensa ante ciertos aspectos de la realidad.
Hace unas semanas compartía una reflexión en mi comunidad de Instagram sobre la forma en la que podemos gestionar las emociones que nos despierta el estado del mundo, y hoy quiero hacerlo a través de este artículo.
El estado del mundo influye directamente en tu salud mental y emocional
No sé si a ti te pasa, pero yo soy una persona que reacciona ante determinados hechos que chocan con mis valores de base. Lo he visto también muy de cerca con personas con las que trabajo que vienen a verme con síntomas de ansiedad generalizada, y les afecta de una forma muy especial el estado del mundo, la forma en la que suceden las cosas.
Pero ya no sólo porque pueda desembocar en un trastorno de ansiedad generalizada, sino que en general, el hecho de que hoy en día dispongamos de una cantidad enorme de información puede llevar a que nos enganchemos en exceso en rumiar ciertos acontecimientos.
Los sentimientos de frustración, impotencia, miedo o tristeza que estos producen pueden llegar a conducirnos a desarrollar comportamientos o actitudes destructivos, que terminan generando muchísimo malestar.
También hay una realidad innegable y es que, aunque no podamos intervenir directamente en los problemas que hay en este mundo a nivel social, político, de medio ambiente o de educación, sí somos personas que vivimos en este mundo, en este planeta, en este país.
Por tanto, todo lo que suceda a ciertos niveles que están por encima de nosotros sí que va a afectar a cómo nos sentimos, cómo vivimos y va a afectar a nuestra salud psíquica y emocional.
Aunque quieras pasar de todo, vives en este mundo y las decisiones políticas te afectan directamente.
Para que lo veas mucho más claro, por ejemplo, no es lo mismo haber nacido dentro o fuera de España, en el norte o en el sur, en Siria, en Zimbabue, o en la India, porque en consecuencia, tu sistema de valores, prioridades o cómo percibes el mundo va a ser diferente.

Vivir es un acto político
Es normal que lo que ocurre nos afecte, que cuando ponemos la tele y vemos las noticias, nos echemos las manos a la cabeza por cómo está el mundo.
Independientemente de tu adscripción o de los valores políticos con los que te identifiques, siempre habrá determinados temas que te van a afectar más que a otras personas.
Yo considero que en general vivir es un acto político. Nada de lo que suceda a altas esferas te va a ser al final indiferente a ti. Influye en lo que comes, en lo que cobras, en los servicios que recibes, en el aire que respiras. En las oportunidades que tienes en la vida.
Os puedo contar como experiencia que en mi caso he estado reactiva ante determinados comentarios o actitudes que al final chocan con valores que para mí sí son importantes, como por ejemplo en temas sobre feminismo o maltrato animal.
Me requiere muchísima conciencia no entrar a cierto tipo de juegos o no entrar a ciertos tipos de debates, y tengo que agarrar a mi parte guerrera y sujetarme porque también sé que si a eso se le da salida sin control termina más destruyendo que construyendo.
Y para mí, construir es el valor último y máximo en el que estoy siempre y es algo a lo que invito a las personas que trabajan conmigo: a poner más el foco en construir y estar en paz que en destruir.
Conciencia, presencia y responsabilidad para dominar al lado oscuro
Todo esto no implica que no te puedas comprometer con ciertas causas. Por supuesto yo voy a seguir defendiendo y poniendo límites a todo aquello que considere que viola esos valores que para mí sí son importantes.
Pero siempre invito a hacerlo desde un modo en el que se puedan generar puentes, o al menos, no haya agresión. Con conciencia, presencia y responsabilidad hacia los propios pensamientos, emociones, y comportamientos que tenemos hacia los demás.
Todo el mundo tiene derecho por supuesto a defender lo que considera importante para sí mismo. Eso no lo vamos a negar nunca, pero siempre desde el respeto y los argumentos.
Con todo esto, hay una forma positiva que en la que veo que podemos canalizar esos sentimientos de injusticia y frustración y es implicarnos en una causa de manera constructiva. Por ejemplo, implicarse en un voluntariado, ser activista o colaborar con una ONG que ayude a un colectivo específico con el que sienta afinidad.
Un ejemplo de los efectos de la política en la salud mental: el Joker (ATENCIÓN, SPOILERS)
Si hay algo que nos muestra con claridad esta película es cómo el estado político y social influye directamente en que se acabe materializando un personaje como el Joker.
Esta versión del personaje que nos ha traído el oscarizado Joaquin Phoenix nos ayuda a ver el otro lado del villano más carismático de Gotham City. Una ciudad al límite que representa lo más oscuro de una sociedad llena de odio, ira y crispación debido a la desigualdad social y la corrupción de sus instituciones.
En este escenario, Arthur Fleck, una persona con una grave enfermedad mental, tiene que lidiar cada día con abusos, rechazos y situaciones injustas por doquier.
Una retraumatización constante de su propia infancia que se ve agravada por la pérdida de los pocos apoyos, sociales y farmacológicos que le ayudan a sostenerse, aunque sea frágilmente.
En el paso de Arthur a Joker es inevitable empatizar con esa sensación de profunda injusticia que siente el personaje, con su vulnerabilidad y tristeza. Y al final, es imposible no pensar: ¿pues cómo iba a acabar, si no?
También es inevitable preguntarse: ¿qué hubiera sucedido si Arthur hubiera recibido otro tipo de atención? ¿Qué tipo de trato damos a las personas con enfermedad mental? ¿Queremos de verdad tratarnos así los unos a los otros?
Propuesta audiovisual para saber cómo gestionar el enfado y la tristeza ante el estado general del planeta
¿Hacia dónde quieres que vaya este mundo? ¿Cómo lo visualizas, en qué tipo de sociedad quieres vivir?
Mad Max vs. Star Trek
Puedes escoger la opción del apocalipsis tipo Mad Max o un futuro como el de Blade Runner, que viendo como van las cosas ahora parece lo más probable.
Ir hacia una distopía, viviendo cada vez más separados y casi esperando que llegue el apocalipsis zombie.
Mad Max: https://www.youtube.com/watch?v=o6eIm3F3-wU
¿Es ese el futuro que quieres?
O puedes escoger ir a un futuro como Star Trek, con una sociedad más utópica, donde hay más igualdad, más inclusión, se tiende hacia un mundo más global, hacia una federación unida de planetas y con unos valores que promueven antes el entendimiento que la violencia.
Star Trek: https://www.youtube.com/watch?v=HnDtvZXYHgE
Aunque parezcan ejemplos muy extremos y con su punto fantástico, en realidad no están tan alejados y tienen su correspondencia con lo que vemos en la sociedad.
Toda esa crispación y toda esa ira nos lleva cada vez más a ese lado oscuro fatal en el que ya vemos a tanta gente que no sale de su ego.
Engancharnos a eso hace que cada vez potenciemos más toda esa parte oscura, no solamente nuestra, sino del estado del mundo.
Potenciemos más la luz en vez de la oscuridad
Así que ahí os dejo la pregunta: ¿dónde quieres que vaya el mundo, hacia Star Trek o hacia Mad Max?
Si realmente lo que quieres es hacer de este mundo un lugar un poquito mejor, para los demás, para ti, por el estado del planeta, por la humanidad, por el futuro de la especie, vamos a tratar de actuar en consecuencia.
Sé que a veces resulta complicado, pero un buen primer paso es comenzar a practicar la empatía, tratando de decir las cosas, aunque sea poniendo límites, aunque sea para expresar un desacuerdo, pero diciendo las cosas como a mí me gustaría que me las dijeran.
Todo se puede decir cuando está bien dicho, y esto al final es una práctica.
Estar consciente de nuestras emociones, canalizarlas hacia algo constructivo bien a través del activismo o de una expresión emocional adecuada, y ser coherentes con esos valores en nuestro entorno más cercano.
Os invito que sean valores para construir, y que tenerlos como anclaje no supongan hacer daño ni a nada, ni a nadie, ni a nosotros mismos.
En resumen, para saber cómo gestionar el enfado y la tristeza ante el estado general del planeta:
1. Poner límites. A las redes sociales, a los comentarios irrespetuosos o a la gente que quiere esparcirte su odio sin centrarse en dar argumentos sólidos y coherentes. Lo que me lleva al siguiente punto:
2. Elegir tus batallas. En ocasiones no merece la pena entrar en debates cuando eres una clara minoría, te cuesta hablar del tema con serenidad o cuando las personas que tienes delante realizan ataques descalificadores.
3. Practica el bien. Esto quiere decir que potencies los aspectos de ti que son generadores de salud y que no te dañan ni a ti ni al prójimo. Quizá pueda ayudarte este artículo.
4. Practicar el activismo. Hazte de una ONG, mira a ver de qué manera puedes mejorar tu vecindario, tu barrio, tu ciudad o implicarte en las causas que te importan.
5. Actuar en coherencia con esos valores que defiendes y promueven el bien. Si de verdad te preocupas el estado del medio ambiente, no vale que luego no recicles o ensucies la playa.
6. Practica la empatía. Piensa en cómo te gusta a ti que te traten, y haz lo mismo con los demás.
Espero que estas reflexiones te ayuden al menos a plantearte cómo te posicionas y te sirva como herramienta para gestionar toda esta vorágine de noticias y sucesos que nos pueden afectar emocionalmente.
Construye, tu aportación puede hacer de este lugar un lugar mejor. ¿Me cuentas aquí abajo cómo vas a construir tú?