¿Eres de esas personas que se quedan atormentándose en el “¿y si hubiera hecho?”, “¿y si lo hubiera dicho…?”
Quizá incluso te has dado cuenta de que como no cambies ciertas actitudes, el karma va a ir a por ti.
Exacto, como le pasó a nuestro amigo Earl Hickey.
Si esto te resulta familiar, tengo algo que contarte. Muchas personas que vienen a verme a consulta están fuertemente atadas al sentimiento de culpa como mecanismo.
Se echan la culpa de todos los males del mundo o se sienten culpables por ser ellos mismos, por no saber decir no, por no cumplir las expectativas de otras personas o por razones que escapan totalmente a su control.
En esos casos la culpa funciona como un mecanismo de control interno, probablemente interiorizado desde la infancia, y que hoy en día funciona bajo el control de ese crítico interno que la gran mayoría de personas autoexigentes llevamos dentro. Nuestro querido Sith interno. Son los casos en que nos quedamos enganchados al sentimiento de culpa insana.
Pero sentir culpa es normal (y positivo) cuando efectivamente hemos cometido un error. Porque reconozcámoslo, a veces nos dejamos llevar por el lado oscuro y sí, la cagamos. Aquí sentir culpa cumple una función saludable y nos está avisando de algo.
Por ejemplo, cuando nos dejamos llevar por la impulsividad de la ira, la soberbia o la vanidad y caemos en conductas destructivas hacia otras personas como:
- Comportarse de forma agresiva.
- Mentir.
- Insultar.
- Robar.
- Dañar una relación por romper las normas de la pareja (por ejemplo, ser infiel).
- Dañar físicamente.
- Abandonar una relación sin explicaciones.
- Hacer daño psicológico.
- Hablar mal de otras personas.
- Evitar responsabilidades que nos corresponden.
- Traicionar la confianza de alguien.
- Aprovecharnos de la buena voluntad de alguien para un beneficio egoísta.
Culpa o responsabilidad
Efectivamente, en estos casos sí que hemos podido causar un daño, y aunque muchas veces no haya sido de manera intencionada… ¿puedes asegurar que no siempre has sido consciente de lo que hacías?
En estos casos, algo que veo con mucha frecuencia es a personas que cargan su culpa, se castigan por estos errores, aunque siguen cayendo en ellos una y otra vez.
Es como cuando te enteras de que alguien te ha mentido y te jura y te perjura que no lo volverá a hacer. Y poco después, adivina: vuelves a pillarle en una mentira.
¿Crees que de verdad se arrepiente?
Tal vez sí. Somos seres humanos, somos imperfectos y no pasa nada por cometer errores. Pero, ¡ojo! Utilizar esto como un escudo para no ser consciente de tu parte de responsabilidad no es positivo.
Si no aprendes a manejar estos errores, pueden terminar dañando tus relaciones o conducirte a extrapolar la culpa a otras situaciones de la vida. Y es en este punto cuando se corre el peligro de que la culpa se acabe instaurando como mecanismo y te mantenga en el ciclo de la baja autoestima (“soy lo peor”, “no merezco nada”...).
Algunos errores que te impiden perdonarte y te mantienen en el inmovilismo de la culpa
- Rumiación mental. Todos esos “¿y si hubiera…?”.
- Lamentarte y no hacer nada para reparar el error.
- No saber perdonarte.
El lado luminoso de la culpa
En su lado luminoso, la culpa se transforma en responsabilidad (hacia uno mismo y/o hacia los demás).
- Permite adaptarse socialmente y evitar ser impulsivo.
- Favorece sentir empatía hacia los demás y evita que les causemos un daño.
- Facilita la reparación del daño causado.
- Ayuda a favorecer cambios en lo personal y lo relacional.
- Gestionar la culpa adecuadamente refuerza los vínculos con los demás y ayuda a generar resiliencia (salir reforzados de los reversos emocionales).
- Cuando adquieres responsabilidad sobre tus propias acciones y no te haces cargo de las responsabilidades de los demás, tu confianza y seguridad se ven reforzadas.
Un reflejo del lado luminoso de la culpa es la historia de Earl. Por si no conoces la serie (My name is Earl), te cuento que Earl era un ladrón que sale malparado en un accidente y decide remendar todos los errores que ha cometido a lo largo de todos estos años.
Para ello hace una lista (que por cierto, aquí la tienes por si quieres verla) y va tachando acción por acción cada error reparado. Su manera de transformar la culpa en responsabilidad es genial. Es su manera de convertirse en una mejor persona.
3 claves para saber cómo perdonarte por tus errores del pasado
Pedir disculpas
- Las disculpas cuando son sinceras y pertinentes son muy liberadoras. A veces solo se necesita eso para reparar el posible daño que hayas causado.
- La fórmula:
- Expresa el hecho sin acusar, hazlo desde lo que observas y el hecho real.
- Di que lo sientes, el por qué de tu comportamiento y pide disculpas de corazón y con propósito de enmienda.
Ejemplo: "Me da la sensación/me he dado cuenta de que cuando...(por ej: te dije que no quería salir contigo) te lo tomaste a mal y te (por ej: enfadaste conmigo, te sentiste decepcionado... Lo que tú creas que ha pasado). Te lo dije porque en ese momento tenía que atender un asunto importante de trabajo. No era mi intención que te enfadaras y si es así te pido disculpas. ¿Puedo hacer algo para que te sientas mejor?."
Reparar el daño
- Cuando una disculpa no es suficiente o sientes que querrías hacer algo más, la opción saludable es reparar el daño causado.
- Se trata de reconducir el sentimiento en una conducta que sea positiva para ti y para el otro.
- Hacerlo también sirve para culpas muy antiguas o difusas (por ej: “en su día me burlé de alguien, le hice la vida imposible y ahora me siento culpable”, por ej: “me siento culpable por no poder hacer nada por las guerras en el mundo”). Aquí se trata de hacer algo positivo para ti y los demás.
Algunos ejemplos:
- Dar charlas o actuar contra el bullying, violencia, etc.
- Voluntariados en orfanatos, hospitales o asociaciones
- Colaborar de manera activa con ONGs
- Reparar estilo “Earl Hickey” y su lista del karma: haz una lista de las culpas que quieres resolver y decide o pregunta cómo puedes reparar en el ahora (por ej: te reparo la moto, te ayudo con el proyecto que tienes, me quedo el sábado con los niños para que tú salgas...)
Además es la mejor manera de marcar una diferencia real en el entorno en que vives, vas a contribuir a la mejora de tus relaciones y la sociedad. Y a ti te ayudará a reforzar los sentimientos de valía personal.
Aprendizajes para el futuro
- Tanto si puedes reparar en el presente como si no, para prevenir el sentimiento de culpa y conseguir la coherencia entre lo que piensas, sientes y haces has de extraer siempre un aprendizaje para el futuro. El objetivo es no volver a caer en los comportamientos y actitudes que te generan culpa.
- Ese aprendizaje contiene el propósito, de enmienda o cambio, con el que te comprometes para no caer en la trampa de la culpa y conseguir más bienestar emocional a largo plazo.
- Suele venir después de responder la pregunta “¿qué puedo hacer diferente la próxima vez que me vea en una situación así?”
Lo que queremos es practicar un arrepentimiento responsable y cambiar en el aquí-ahora ese comportamiento dañino por otro constructivo.
Algunos ejemplos:
-“Me siento culpable por haber criticado a sus espaldas a aquel compañero de trabajo que a veces me ayudaba con mi tarea. La próxima vez que hable de él diré lo bueno que me aportaba”.
-“Me siento culpable porque he dejado a mi pareja y le he hecho mucho daño con mis palabras. Si me vuelvo a ver en una situación parecida, afrontaré la situación cuidando más lo que digo y cómo lo digo”.
Si realmente quieres superar esa culpa, dejar de comerte la cabeza y saber cómo perdonarte por tus errores del pasado; trabajar en estos aspectos te ayudará a dejar de torturarte, quitarle poder a tu Sith interno y hacer de este mundo un lugar mejor.
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Ahora que ya tienes la llave para saber cómo perdonarte por tus errores del pasado, ¿por dónde vas a empezar?
Imagen My name is Earl © 20th Century Fox Television
Hola Cristina
Me gusta la pregunta, ¿ qué puedo hacer diferente la próxima vez que me encuentre en una situación parecida? Porque creo que ahí está la clave para no repetir patrones conductuales que no nos ayudan a cambiar, en hacer algo distinto ante un hecho parecido que ya nos pasó.
El sentimiento de culpa, ese sentimiento que nos hunde en tantas ocasiones! Que rumiamos y rumiamos, lo volvemos a traer al presente, nos regocijamos en lo mal que lo hicimos, cuando eso ya no se puede cambiar.
Estoy completamente de acuerdo contigo en que es preciso y muy sano pedir disculpas de forma sincera y si es posible reparar el daño que hicimos a alguien, para eso siempre estamos a tiempo.
Gracias por este artículo tan interesante.
Hola Mónica,
Totalmente de acuerdo, esa rumiación de la que hablas es la que nos mantiene pegados a situaciones-personas-actitudes que nos mantienen inmóviles en el presente, repitiendo patrones limitantes. Menos mal que, cuando somos conscientes, podemos decidir cambiar!
Muchas gracias por tu comentario, es muy gratificante recibir estas palabras de una compañera de profesión 🙂
Un abrazo!
Si hubieras hecho otra cosa tampoco sabes las consecuencias que eso traería. Es como lo del famoso cuento de "buena suerte o mala suerte, ¿quién sabe?".
Hace muchos años, traté mal psicológicamente a mi primer amor de juventud con la que estuve muchos años, yo en aquel momento pasaba por graves probelmas de estrés, psicológicos y familiares pero el caso es que traté mal a mi pareja que estaba enamorada de mi y apostó todo por mi y tras varios años de sufrir conoció a otra persona, de la noche a la mañana desapareció de mi vida, me bloqueó de todos sitios y jamás ha querido volver a hablar ni saber de mí. Sé que le hice un daño enorme mientras estuvo conmigo y hasta el día de hoy me siento culpable. DE aquello hace casi 20 años, ella ya esta casada y me tiene olvidado y eliminado por siempre jamás como si yo fuera un diablo, a lo largo de estos años he intentado varias veces ponerme en contacto para pedirle perdón pero ha sido imposible. Jamás he vuelto a cometer el mismo error en mis siquientes relaciones pero aún así es algo que a veces me da una pena infinta no poder enmendar. Qué hacer?
Por otro lado, en el caso de que no exista el libre albedrío no existe ni la culpa ni el mérito. Ahí está el debate.