Te lo contaba en el post de la semana pasada. Cuando no cierras bien los conflictos a los que te enfrentas tu salud emocional se resiente y puedes acabar K.O.
Te quedas con la sensación de que queda algo pendiente y te sigues comiendo la cabeza con el tema. Acumulas estrés y notas el cuerpo agarrotado. Saltas por cualquier cosa aunque no tenga nada que ver.
Y tú lo único que quieres es solucionar el tema de una vez por todas y olvidarte de la historia ya.
Pero nada, no hay manera. Algunas movidas se alargan y parece que no acaban nunca, ¿verdad? Se quedan dentro y parece que no hay espacio interno para casi nada más.
Con lo a gustito que estarías tú sin pensar en nada, relajad@ y tranquil@. Zen.
Ya te gustaría a ti ser como Bruce Lee...
El caso es que has repasado en tu cabeza una y mil veces lo que podrías haber hecho o dicho en el momento. Pero lo frustrante es que en muchas ocasiones no se tiene la oportunidad. Te frustras, te censuras y terminas guardando un montón de residuo emocional.
Al final pasas por ello, pero te sientes como si te hubiera arrastrado un tsunami.
En realidad, cantarle las cuarenta a tu jefe o poner de vuelta y media a ese compañero que te ha hecho la vida imposible no mejoraría cómo te sientes. Y menos si te has estado conteniendo por guardar las formas.
Saber gestionar tus emociones en estos casos no siempre es tarea fácil y menos cuando casi no tienes tiempo para ti ni para darte cuenta de lo que sientes.
Trabajas, arreglas, solucionas y a lo siguiente. Y ahí es donde está el problema.
¿Qué es lo que puedes hacer entonces? Pues darte un espacio para atender a tus emociones y cerrar tu mism@ la historia.
Así que si quieres saber cómo hacerlo sigue leyendo porque lo que te voy a contar ahora te interesa.
Las 6 claves que te ayudarán a evitar el coste emocional de un conflicto
Estas herramientas de gestión emocional te ayudarán a atravesar el conflicto de una manera constructiva y a prevenir que te vuelva a pasar lo mismo otra vez.
1. Lleva la atención a las sensaciones internas de tu cuerpo
En los momentos de estrés emocional, tu cuerpo es una guía excelente para localizar emociones no expresadas. Molestias, dolores y alergias muchas veces son la manera que tu cuerpo tiene de manifestar todo eso que te reprimes y no expresas adecuadamente.
Presta atención a estas señales de alarma e imagina un diálogo con ellas. Si pudieran hablar, ¿qué te dirían?
Te recomiendo que las escuches atentamente. De este modo podrás prevenir el coste emocional (y físico) que conlleva no hacerles caso.
2. Ponle nombre a tus emociones y sentimientos
¿Es frustración lo que sientes? ¿Confusión? ¿Una mezcla de miedo y liberación?
Seguramente una mezcla de todo un poco. Ponle nombre a lo que sientes y déjatelo sentir.
Sí, sé que a veces da un poco de susto porque algunas emociones no se sienten como “agradables”, pero evitar la emoción y NO soltar lo que sientes es lo que te produce esos síntomas.
[Tweet "Cuando te das permiso para sentir tu emoción estás en contacto con tu yo más auténtico."]
En este momento es cuando descubrirás qué es lo que necesitas hacer.
3. Ponte en el lugar del otro
No te apetece nada pero yo te animo a ello. Trata de imaginar cómo puede haber vivido la otra parte este conflicto.
No solo trabajarás tu empatía sino que te puede ayudar a entender qué es lo que os ha llevado a esta situación.
Después pregúntate: ¿podrías haber hecho algo diferente? De esta manera podrás prevenir una situación similar en el futuro.
4. Expresa lo que te quede pendiente
Imagina que tienes a la otra persona delante y escríbele una carta como si le estuvieras hablando. Aquí no te cortes y sácalo todo, le puedes decir todas las barbaridades que se te ocurran.
Una vez que te hayas quedado a gusto deshazte de esa carta. Rómpela, tírala a la basura, incluso puedes quemarla (con precaución!).
Si escribir no es lo tuyo te animo a que modeles, dibujes o construyas una figura con pinzas de la ropa que simbolice todo eso que tienes pendiente.
Es el momento perfecto para dar rienda suelta a tu creatividad.
5. Aprovecha para extraer una enseñanza
¿De qué te has dado cuenta durante todo este proceso? ¿Realmente era para tanto?
¿Has descubierto algún aspecto de ti que desconocías? ¿Cómo te sientes ahora?
Seguro que has notado algún cambio en cómo sientes o percibes las cosas ahora. Intégralo dentro de ti y pregúntate...
¿Cómo crees que has cambiado?
¿Qué vas a hacer ahora diferente?
6. ¡Agradece!
Aunque cuando los pasas solo quieres que acaben, es gracias a los conflictos que uno crece, avanza y llega a tomar decisiones.
Cuando los afrontas con conciencia son una oportunidad para mirar hacia adentro de ti y plantearte cómo quieres vivir. Te ayudan a adquirir perspectiva y a darte cuenta de que tienes más recursos de lo que crees.
Te abren nuevas puertas.
Así que una vez pasado todo, di GRACIAS a la vida. Este es el momento clave en que sabrás que has cerrado el conflicto y lo has convertido en una experiencia positiva para ti.
¿Cómo solucionas tú los conflictos? Cuéntamelo en los comentarios.
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