¿Cómo llevas la vuelta a la realidad? Yo me la estoy tomando, como la canción de Whitesnake, "Slow and Easy”.
El motivo es que, al principio de mis vacaciones, me costó un montón desconectar del ritmo de trabajo habitual.
Había tenido tal sobrecarga de tareas que me estaba costando horrores dejar de repetirme: "tengoquetengoque".
“Tengo que escribir, tengo que preparar, tengo que dejar esto cerrado...".
Me sentía cansada y con el cuerpo hecho polvo. No me había estado cuidando mucho y mi espalda gritaba de dolor.
Además sentía la necesidad de darle una reflexión profunda a los próximos pasos que quiero realizar en mi proyecto.
Y eso que estaba deseando estar en la playa y hacer la croqueta a orillas del Mediterráneo. Pero cuando estaba allí, no podía dejar de pensar en toooodo lo que tenía que hacer. Me sentía malhumorada y agobiada porque no cumplía mis plazos. Sin poner la energía del todo ni en una cosa ni en la otra, ni disfrutándolo.
En la inercia de la autoexigencia.
Doy gracias porque hoy en día tengo muchos recursos para manejarla y al final pude acallar el dichoso tengoque. Pero es un patrón que ha estado tan arraigado en mí, que a veces aún me agarra si no estoy pendiente de cuidarme.
Lo divertido es que en realidad la respuesta había estado todo el tiempo delante de mis narices. Y lo mejor, que recordé un par de lecciones sobre mi misma durante este proceso.
En el post de esta semana quiero hablarte del lado oscuro de la autoexigencia. Compartirte cómo logré salir de la tiranía del tengoque y espero que ayudarte a que tú hagas lo mismo.
El lado oscuro de la autoexigencia
La autoexigencia es un mecanismo psíquico que tiene que ver con lo que esperamos de nosotrxs mismxs. En su polo positivo, nos ayuda a la mejora y excelencia personal. Nos ayuda a conseguir objetivos y superar retos.
Por ejemplo, ¿te acuerdas de la peli Flashdance? El sueño de Alex era ser bailarina profesional. Quería entrar en la academia de baile sí o sí, y para lograrlo trabajaba como soldadora de día y como bailarina de cabaret de noche.
Era un objetivo difícil, pero relativamente alcanzable si trabajaba duro. Tenía que cumplir con horarios, ensayar, mantenerse motivada. En este caso, autoexigirse le ayuda a dar lo mejor de ella misma desde un profundo deseo personal: conseguir su sueño.
En este lado oscuro de la autoexigencia en el fondo lo que hay es una sensación de no valer tal y como se es. De que por más que haga unx, nunca es suficiente.
Te autoexiges para compensar esa sensación, que en algún momento quedó grabada en tu subconsciente. Para ser, para valer, has de cumplir con un yo ideal que suele ser inalcanzable. Y aquí es donde se convierte en la pescadilla que se muerde la cola.
- Te sobrecargas de responsabilidades
- Nunca estás satisfechx con lo que haces
- No eres capaz de reconocer tus logros
- Te bloqueas y sientes ansiedad
- Te cuesta disfrutar de la vida porque siempre “tienes muchas cosas que hacer”
La inercia del tengoque
En esa espiral de autoexigencia, el tengoque (y el debo de) se convierte en una fuerza de arrastre. Es la expresión con la que te presionas para conseguir esos estándares inalcanzables que te pones.
“Tengo que ser la mejor en mi trabajo, la mejor amiga, la mejor novia…”
Para lograrlo, tienes además que hacer otro montón de tareas más mundanas: “tengo que terminar este Excel hoy, tengo que acompañar a Pepita al médico, tengo que hacer la compra”…
Te hablas dándote órdenes todo el tiempo. Te acostumbras tanto a ello que ya casi no escuchas en tu cabeza casi otra cosa que ese “tengo que”. Llega un momento en el que lo llevas en piloto automático y lo aplicas a todas las áreas de tu vida.
Vives bajo la inercia del tengo que.
Cuando esto sucede, se convierte en un gran generador de malestar. La propia dificultad de mantener ese estándar propicia que tu crítico interno se ponga las botas contigo y te machaques hasta quedarte con el ánimo por los suelos.
A veces es muy difícil salir de la inercia de la autoexigencia. Más arriba te contaba que incluso a mí me cuesta a veces, a pesar de ser un mecanismo que tengo muy trabajado.
Por eso es muy importante que empieces a cuestionar todos esos tengoque que te repites. Hacerlo te puede ayudar a:
- salir de la espiral destructiva
- sentir menos ansiedad
- tratarte mejor
- redescubrir otros aspectos de ti
- disfrutar más de tu presente y tus relaciones con los demás
¿Cómo comencé a salir de la autoexigencia destructiva?
Te puedo contar que yo empecé a hacerlo cuando estaba comenzando mi proceso de psicoterapia.
No recuerdo exactamente qué estaba contándole a mi psicóloga. Pero sí que era algo relacionado con la cantidad de cosas que tenía que hacer para cumplir las expectativas de los demás. No se me olvidará la pregunta que me hizo entonces:
Cristina, ¿tienes que, o quieres?
Para mí fue algo muy potente. Hasta entonces no me había planteado si realmente quería cumplir con todas esas responsabilidades que yo misma me había puesto. Fue el comienzo de un trabajo profundo en el que pude cambiar a mejor muchos aspectos de la relación conmigo misma.
Y hoy en un día es una pregunta que siempre planteo a mis pacientes, cuando les escucho utilizar varias veces esa expresión.
Cuando les escucho decir “Tengo que ser más fuerte” o “tengo que ser más constante” o “tengo que esforzarme más”, les devuelvo: ¿tienes que…, o quieres?
Siempre suele haber un cambio de conciencia. Y es algo que sigo utilizando a menudo en mí.
Pero a pesar de requetesaberlo, soy una persona humana y a veces se me olvida. Como te contaba más arriba, así estaba yo al principio de mis vacaciones.
Ya llevaba unos días que solo le daba vueltas al tema, “Cristina, ¿qué quieres? ¿Es lo que tienes que hacer, lo que quieres hacer?”.
Hasta que un sábado de agosto especialmente caluroso se produjo el clic. De repente me di cuenta de que se me estaba olvidando otra pregunta, la más importante.
Cristina, ¿qué necesitas?
Y ahí fue lo ví clarísimo.
¿Tienes que, quieres o necesitas?
Esta es la secuencia que te propongo que realices a partir de ahora.
Paso 1: ¿qué tienes que?
Te voy a pedir que cojas un folio y hagas tres columnas. ¿Cuántos tengo que te repites al día? Apunta en la primera columna todos los que puedas recordar. Cuando los tengas vuelve a leerlos. ¿Cómo los sientes en tu cuerpo?
Paso 2: ¿qué quieres?
Ve ahora a la segunda columna y escribe lo mismo, pero sustituyendo el “tengoque” por quiero. Cuando lo tengas, vuelve a leer esas frases y mira a ver qué sientes en tu cuerpo mientras lo haces. ¿Realmente quieres hacer todo eso que has apuntado?
Puede que en este punto te des cuenta de que de todo eso que tenías que hacer, hay algunas cosas que sí quieres hacer. Y habrá otras que probablemente, no quieras hacer.
Quizá no siempre puedas deshacerte de todos los tengoque, pero al menos te servirá para ir priorizando qué quieres y deshechar de tu vida fuentes de presión.
Pero además, vamos a ir un paso más allá. Muchas veces pasa que es difícil averiguar lo que quieres entre tanta obligación. Como leí hace poco en algún lugar, a veces nos perdemos tratando de ser quien queremos ser. Aquí es donde entra esa otra pregunta fundamental.
Paso 3: ¿qué necesitas?
Tómate un momento ahora para conectar contigo. ¿Todo eso que quieres hacer, es lo que necesitas hacer? Si todos esos tengoque no estuvieran ahí, ¿qué estarías haciendo?
Apúntalo todo en la tercera columna. Luego leélo y mira a ver cómo lo sientes resonar en tu cuerpo.
Ahora que tienes toda esta información, es cuando puedes empezar a elegir. ¿Qué es lo que vas a hacer?
Lo que aprendí a realizar este ejercicio
Es muy curioso el modo en que un pequeño cambio libera partes de ti que estaban luchando por salir.
En mi caso, realizar este ejercicio me sirvió para abrir los ojos y tomar una decisión.
Para darme cuenta de que lo que quería y necesitaba era parar. Olvidar el negocio y hacer lo que me hace feliz: estar con mi gente, leer, nadar. Eso fue lo que elegí hacer. Prioricé el quiero y el necesito. Y al hacerlo me di cuenta de que, por mi salud, era lo que tenía que hacer.
Lo hice con mucho gusto.
También me sirvió para decidirme a realizar mi primer Facebook Live, hablando de esta experiencia. Ya llevaba unos meses pensando en hacerlo pero no terminaba de lanzarme. Estaba ahí esa vocecilla que decía “tienes que hacerlo perfecto porque si no no gustará”.
Y en cuanto decidí parar y disfrutar de mis vacaciones, comencé a fluir. Cogí el móvil y me lancé al directo.
Me lo pasé genial haciéndolo, tuvo muy buena acogida y lo mejor es que pude superar una resistencia que me estaba limitando.
Bueno, no. Lo mejor fue el contacto con todas las personas que me estaban viendo en ese momento. Me sentí muy cerca de todas ellas.
Si no lo viste en directo, puedes hacerlo clicando en este enlace. Prometo subirlo a youtube para la próxima, esta vez lo he borrado sin querer del móvil en un arrebato de limpieza 🙂
Desde entonces soy más consciente que nunca de esta secuencia en mi día a día. Hasta el momento me ha servido para liberar más tiempo y dedicarlo a mi salud, en todas las áreas de mi vida.
He aceptado que no puedo abarcarlo todo y he priorizado hacer lo que realmente disfruto. Estoy tomando mejores decisiones y me siento inspirada en varios proyectos que tengo en marcha.
Lógicamente esta es mi experiencia y lo que tú consigas realizando este ejercicio dependerá de tu propia historia. Pero te animo a que lo realices, darás un gran paso para salir de la autoexigencia y descubrir nuevos recursos de bienestar.
Incorpóralo a tu día a día
Cuando de repente aparezca un tengoque, por ejemplo del tipo “tengo que terminar este proyecto esta tarde”, cámbialo inmediatamente por quiero. Ve probando con las tres preguntas a ver cómo te resuenan. ¿Tienes que hacerlo hoy? ¿Quieres hacerlo? ¿Lo necesitas?
Si la respuesta a las tres es si, ni lo dudes. Hazlo.
Que cumpla dos de tres también suele ser ok. Prueba a ver si puedes desechar de tu vida los tengoque que ni quieres ni necesites.
Otra opción es cambiar también el quiero por “elijo”. Mira a ver cómo sientes ese cambio. Ve probando cómo te fluye. Las recetas mágicas no existen y nadie mejor que tú conoce lo que sientes al hacerlo.
Lo importante es que tú tomes la responsabilidad o sobre lo que haces o dejas de hacer, en el aquí y en el ahora, siendo consciente de ello. Sin hacer ni hacerte daño. Eso será lo que te permita vivir con más plenitud y libertad.
Recuerda: si ves que te cuesta mucho, un proceso de psicoterapia te puede ayudar. Escríbeme con tus dudas o solicita una sesión de valoración gratuita y veamos juntxs cómo podemos trabajar.
¿Sueles ahogarte en autoexigencia? ¿De qué te has dado cuenta al realizar el ejercicio? Hablémoslo en los comentarios.
Si te ha gustado este post, ¡comparte!
¡Fabuloso este post, Cris! Me ha encantado.
Al final, es como tú dices: vivimos tan enfrascadas en los tengoques que viven en nuestra mente, que nos olvidamos de nosotras mismas y de lo que de verdad queremos y lo que de verdad importa.
Muchísimas gracias por recordarnos lo importantísimo que es que nos escuchemos y conectemos con esa voz sabia que nos habla desde muy adentro y que siempre sabe lo que queremos y lo que necesitamos.
¡Un abrazo inmenso y feliz retorno tras tus merecidísimas vacaciones, preciosa! 🙂
Gracias Ana! Como siempre es un gustazo verte por aquí!
Es que no nos damos cuenta la gran mayoría de veces de la presión que nos metemos, verdad? Por eso me encanta este ejercicio, en mi experiencia es muy liberador cuando le coges el tranquillo 😉
Espero que tú también estés teniendo un retorno estupendo, preciosa. Un abrazo enorme, muackkk!!
Hola Cristina,
Cuando identifico los "tengo que" sí que suelo convertirlos en "¿y quiero?", lo que me he dado cuenta es que no siempre llego al "¿lo necesito?" y diría que es lo que ¿equilibra los dos pasos previos?
Me refiero a que puedo querer hacer muchas de las cosas que han partido de un "tengo que", por ejemplo, formarme en muchos aspectos que considero importantes para mi profesión, y en realidad no necesitar todos esos cursos para empezar a ejercer. Y al contrario, puede haber ciertas obligaciones (siguiendo con el ejemplo anterior, obligaciones relacionadas con mi trabajo) que no quiero hacer, y que aún así es necesario que las haga, si quiero lograr mi objetivo final de ejercer la profesión que he elegido. Por lo tanto, ese "tengo que", que no "quiero" hacer, es "necesario" que lo haga. (¡Es un poco trabalenguas! Espero haberme explicado... )
Gracias por el post y, ¡buen comienzo de curso!
Hola Miriam!
Te explicas perfectamente 🙂 A ver si te sirve esto:
La gran mayoría de veces va a suceder lo que cuentas. Como en el primer ejemplo, partimos de un deseo: quiero formarme para ser mejor profesional. Para lograrlo tengo que hacer varios cursos de formación. Probablemente no necesites todos esos cursos para ejercer. Es ok, en este caso coinciden dos de tres y hay un claro objetivo: completar la formación.
El problema vendría si te obcecaras con todos los cursos que "tienes que hacer" y ya no vieras más allá. Que te sobrecargaras de formación y no te arrancaras a ejercer porque tienes que hacer todos los cursos del mundo. En este caso es donde el "necesito" te serviría para discernir si realmente tienes que hacer todos, o quizá solo seleccionar lo que realmente vaya contigo, o quizá dejar de hacer cursos un tiempo y lanzarte a la piscina.
En el caso de las obligaciones que no "quieres" hacer pero "tienes que hacer" (porque son una parte ineludible del trabajo) y además es "necesario" hacer, lo que yo sugeriría es revisar el "para qué" las haces, o "para quién". Pongamos por ejemplo: llamar a un cliente que te debe dinero. Es muy posible que no quieras porque te de palo, pero al fin y al cabo es tu dinero y lo necesitas. Vas a tener que hacer la llamada si lo quieres recuperar y pagar las facturas a fin de mes (o que lo recupere tu jefe que es quien te paga el sueldo). Siguen siendo dos de tres, es verdad que aquí cuesta un poquito más, pero también hay un objetivo consciente que te reporta un beneficio.
Ahora bien, si tuvieras que hacer ese tipo de llamadas todos los días y acabaras pasándolo realmente mal, es muy posible que llegaras a plantearte si "quieres" seguir en ese trabajo, si te compensa sufrir. Siguiendo con el ejemplo, es posible que terminaras sintiendo que ni quieres hacerlo, ni tienes que hacerlo ni necesitas hacerlo y tomaras una decisión respecto a ese trabajo en concreto (dejarlo, contratar a alguien que haga esas llamadas...).
De lo que se trata siempre es de ser conscientes de por y para qué hacemos lo que hacemos. Y en los casos de agobio, confusión o bloqueo sobre qué camino tomar, es cuando tratar de alinear la respuesta a las tres preguntas te va a dar la respuesta más adecuada para ti.
Espero haberte ayudado 🙂
Un abrazo enorme y mil gracias por tu comentario!
¡Me ha gustado mucho tu sugerencia, Cristina! Completar las tres columnas con las preguntas "¿para qué/quién?" lo veo muy útil no sólo para momentos de agobio por estar machacándonos con los "tengo que", también para situaciones de bloqueo en las que, no necesariamente nos estamos autoexigiendo, pero sí nos cuesta tomar una decisión. El miedo que nos está paralizando seguirá ahí, pero habremos tomado la decisión siendo conscientes de desde dónde lo hemos hecho. Y tenerlo claro ayuda a aplacar el miedo...
¡Me apunto el "truqui"! 😉 ¡Gracias!
Gracias a ti 🙂
Me ha encantado Cristina!
Yo últimamente para "organizar" mi lista de tengo que la divido en tres,
lo que es "ahora", lo que es "importante" y lo que es "urgente".
Pero indudablemente lo que tu dices tiene que venir antes de hacer esta lista para que sea sano.
Muchas gracias por tus posts! <3
Gracias Kemê!!
Me encanta tu propuesta, de hecho también utilizo esas listas cuando los tengoque son ineludibles y me ayuda mucho 🙂
Otro truco es cambiar el "tengoque" por "voy a hacer" o "ahora elijo hacer". En mi experiencia sirve para aliviar la presión interna y dirigirme más a la acción.
Muchas gracias por tu comentario y un abrazo enorme!!
Hola Cristina,
este artículo es para imprimir y enmarcar en la zona de trabajo de todos los emprendedores, jaja.
Me ha encantado.
Como ya te han dicho en otros comentarios, a mi me faltaban las dos últimas columnas y no me planteaba si era el momento de hacer esa tarea.
Y ya me parece sublime el hecho de escuchar al cuerpo. Muchas veces nos enfrascamos en analizar nuestros pensamientos, pero no en la sutileza del lenguaje de nuestro cuerpo.
Mil gracias por este aporte de tanto valor.
Un abrazo.
Gracias Sefora!
Cuando ya no podemos más con lo cognitivo, el cuerpo siempre nos da claves. Me alegro infinito de que te sirva este post!
Un abrazo enorme guapísima.
Hola Cristina! de verdad que ejercicio tan valioso , es muy importante y de verdad que me encantó. Sale a La Luz las cosas que de. verdad no queremos y si le damos tiempo en vez de darle mas prioridad a lo que queremos.
Hola Carolina, me alegro muchísimo de que te haya servido el ejercicio 🙂
Mil gracias por tu comentario y un abrazo grande!
Muy buenos días Cristina,
Antes de nada, me ha parecido super interesante tu estrategia de discernir entre lo que realmente es necesario en nuestra vida y por lo que tenemos que esforzarnos y lo que nos autoimponemos a realizar sin que en esencia nos aporte nada. Ha sido el primer post tuyo que leo y seguro que no será el último.
Tengo una pregunta que hacer al respecto y con la que me encuentro en relación a mi autoexigencia.
Después de mucho trabajo interno en romper dinámicas, asociaciones y distorsiones mentales fruto de problemas que me acompañaban desde la infancia, me encuentro ante un muro que me cuesta muchísimo superar. Estoy trabajando en terapia pero me gustaría saber tu opinión o recomendación.
Soy una persona excesivamente autoexigente y una de las consecuencias es que no tolero bien el error propio y tiendo a culparme en exceso, darle más importancia de la que tiene y buscar hasta el último ápice de razones por las cuales me he equivocado en lugar de simplemente reconocerlo y avanzar intentando aprender de ello.
Este hecho me está ocasionando muchos problemas, especialmente de pareja al no enfrentar directamente una discusión ínfima y acabar alargándola innecesariamente (mi pareja es poco tolerante ante los errores de discurso, pero ese es otro problema que le tocaría a él trabajar, no a mi).
Me gustaría saber si me recomiendas algún libro o algun tipo de trabajo personal (no te estoy pidiendo una guía terapéutica, sinó más bien una pista de hacia dónde podría enfocarme en mi trabajo interior) que me ayude a disminuir esa autoexigencia y ser más capaz de simplemente decir "ostras, cierto, me equivoqué, quería decir esto y esto" en vez de liarme con coloquios de "he dicho esto xq yo pensaba en esto otro y claro no está del todo bien dicho porque blablabla"
Es frustrante y muy agotador ?
Seguiré trabajándolo por mi cuenta y te doy las gracias de todas formas, me contestes o no ? que tengas un buen día y disculpa la chapa, quería ponerte en situación.
Hola Myriam,
Me alegro mucho de que el post te haya servido de utilidad.
Entiendo cómo te sientes. Quizá podría ayudarte indagar en para qué necesitas asumir toda esa culpa, qué función tiene para ti ese autocastigo. En mi experiencia, cuando cuesta mucho cambiar un mecanismo relacional suele ser porque cumple una función existencial. Seguramente tu terapeuta pueda acompañarte en ello.
Te deseo mucha luz para tu proceso. Muchas gracias por compartir tu experiencia y un abrazo.
Hola Cristina,
Muchas gracias por este artículo, llevaba tiempo buscando respuestas y mecanismos para mejorar mi autoexigencia (tengo un Burnout muy duro actualmente) y quería plantearte una cuestión sobre los "tengo que" que hacemos aunque no queramos ni lo necesitemos por el miedo a las consecuencias de no hacerlo. Es decir, situaciones en las que acabas haciendo algo aunque lo detestes porque te parece peor lo que ocurrirá si no lo haces. ¿Algún consejo para lidiar con eso y ser capaz de dejar de hacer cosas que no quiero ni necesito?
Muchas gracias!
Cris